miércoles, 23 de marzo de 2016

MIÉRCOLES, SANTO.

Cuando bajamos el escalón del Banco ya es tarde para ser tarde, las expresiones se han derrotado entre las comillas de mi recuerdo y no quedan mostradores para acumular dinero. Pasamos treinta minutos juntos “lloro, pero ya no me salen lágrimas”, Curro camina con sus ruedas impulsado por mis manos, pasamos la calle, el paso de peatones, la plaza de la Iglesia, y llegamos.

No hay oscuridad más tenue que el camino, dos estampas regaladas, una niña se le acerca, extiende la mano “gracias mi vida, gracias bonita”. La Iglesia, bella y oscura, el Cristo yacente, el monumento a medio vestir, la Virgen del Carmen, Palio, San Juan, incienso, el suelo, los bancos, genuflexión. Nos detenemos en la salida.

El día ha empezado antes que Curro, el sobresalto de José al encontrarse con Pilar, Curro  mirándola, Bienvenida, los gestos del reencuentro y que se encuentran. Rosario, sonrisas, el abrazo firme y justo de Rafael, si tuviera que elegir un amigo… 




María, su collar fucsia de bolas y corto, su pelo alegría, ha venido Pilar, es como una fiesta, la sonrisa de Carmen, los ojos de Isabel, Juana “no me quieren llevar, llevarme con ustedes”, símbolo, extenso y recogido de un beso, Juana recorriendo el suelo en silencio, limpiando, abriéndonos el paso en cada sesión, pasando de su silencio implicado a su voz alterna, nuestra y prolongada.

Zapatito, visitamos su recuerdo, la imagen presente de un pasado que llega, no hay lágrimas para los adjetivos, José, gracias.





Paseamos la calle, hasta la ermita, saludos, aire, coches, nubes, sol, palabras, conversaciones, estamos y vamos. 

Desde un coche “Hola Bienve”, una conversación, a medias pública, privada, desde rostros en sonrisa, hasta El Cautivo.  Disfrutamos el aire en la hora de un segundo, en el tiempo del recorrido, el paseo. ¿Quién cruza la barrera de un cristal esculpido desde el salón?





La sonrisa de Carmen es mágica, hacemos una foto, junto a Juan, ocupan un sitio entre la vida de un día importante para las palabras y la compañía, los recuerdos poseídos, escribir ya es un cansancio que la tristeza no me permite, el desayuno con Pilar, su presencia aquí. Los días tienen una magia que fiscalizan la tristeza, la duermen, exenta.  







Fotos de una mesa, retina de un refresco, “Yo un Nestea” dice Bienvenida, la vida tiene milagros familiares, el regalo de esta comunión.



miércoles, 2 de marzo de 2016

VIDA DE PRIMAVERA

Suena el aire en la sala, la música silenciosa que Curro demanda, "Qué triste está esto". Hemos de empezar antes, no fortalecer las prisas ni la impaciencia, rodear las mesas de brazos y abrazos para ocupar la compañía.

La tierra seca de unas plantas frías, las manos en contacto con la vida, semillas de imágenes en un huerto, macetas en el  jardín de la casa, “¿Esto qué es?, yo quiero romero, la albahaca también huele muy bien” dice Jerónima con sus ojos azules encendidos, apresurando el retraso, “pero es la hora de comer”, “Dame la que tú quieras” pide Curro, “ Y Huelva tiene el aroma del mar y de la sierra…” Paca con la tierra en las manos, desgranando y esperando las semillas.









Suena copla, mañana buscaremos Fandangos, el aire está lleno, y la calma nos llega, con las manos en un milagro que tiene forma de tierra, con José colocando una a una las plantas, recordando cada vez que riega.

Rocio no está, Rosa no ha venido, Rosario es nuestra causa, y Josefita descansa. Hoy con las manos entre las semillas no encontramos momento para la espera. 
























Pienso en la necesidad de recuperar presencias para estar, recobrar impulso y ánimo, buscar alternativas que consigan trasladar pequeñas porciones del terreno que cultivamos, con voces entre los dedos, creando acciones que sin parecer competentes esperen espacios para sobrevivir. La música escuchada, la acción de serlo, la actividad de estarlo, la necesidad de hacerlo.


Escribo preocupado, con la necesidad de ocupar otro espacio, llegar a lugares personales donde solo la compañía supere la acción, donde no se precise hacer más sentido que el estar, transformar el paisaje, convertir los diarios, expresar desde el otro, asistir a la espera, conversar, buscar mínimos de vida, el asentamiento básico de las ilusiones, sonidos sin tocar, autores sin practicar, hacer sin hacer, como un objetivo que grabe la compañía, que comparta el tiempo, más allá de lo que todos los besos pueden hacer, aún más si están.